
Otro Encuentro Nacional de Mujeres pasó, el número 30, y
estuvimos ahí. Participamos de los talleres, espacios horizontales en los que
mujeres de todas partes del país se encuentran, debaten, reflexionan y se
empoderan, y marchamos en un mar de más de 60 mil mujeres cantando, contentas
de encontrarnos en la lucha por nuestros derechos, y exigiendo que se terminen
los femicidios y la violencia de género, los estereotipos, la trata de
personas, la inequidad salarial y el aborto ilegal.
En el Encuentro fuimos más que nunca y a la vez nunca nos
habían reprimido como esta vez. La conjunción de grupos neonazis y la
complicidad entre el estado y la iglesia hizo que la tradicional marcha y
concentración en las puertas de la catedral terminara en una nube de gas lacrimógeno
y sonidos de disparos, mujeres corriendo y militantes arrastradas hacia adentro
del templo, donde estuvieron encerradas varias horas. La violencia se sintió en
carne propia.
Pero nos seguiremos encontrando, porque la lucha por la
igualdad de género, por tener la decisión sobre nuestros cuerpos y por dejar de
lamentar más muertes por femicidios se hace todos los días y en todos los
ámbitos.
Allí nos vemos.